Por ejemplo, de acuerdo con las leyes que ustedes trajeron de España, un ladrón es castigado con la muerte. También para nosotros es así. Sin embargo, por sus leyes un hombre hambrieno que roba algo de comer es un ladrón. Esto no era así en nuestro tiempo.
Una de nuestras leyes decía que en cualquier campo sembrado de maíz a la vera de los caminos públicos, las cuatro primeras hileras de varas eran accesibles a los caminantes. Así cualquier viajero podía tomar de un tirón cuantas mazorcas de maíz necesitara para su panza vacía. Pero el hombre que por avaricia, buscando enriquecerse, saqueara aquel campo de maíz para colectar un saco, ya sea para atesorarlo o para comerciar con él, si era atrapado, moria.
De ese modo la ley encerraba dos cosas buenas : que el ladrón sería curado para siempre robar y que el hombre hambriento no muriera de hambre.
El azteca, Gary Jennings.
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Francesc
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